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Buena praxis… siempre

Santiago Barbadillo, director general de Barbadillo y Asociados, reflexiona sobre la importancia de ofrecer un servicio profesional y de calidad en el sistema de franquicias, muy especialmente, en los tiempos que corren.

Frente a la crisis, inspiración, buenas ideas y, sobre todo y como siempre, buenas prácticas. Esta es la filosofía que expertos, asociaciones, compañías e instituciones debemos fomentar en medio de la complejidad que estamos viviendo, poniéndonos en la piel del emprendedor e impulsando prácticas empresariales éticas.

decálogo emprender en franquicia En el ámbito que nos compete, debemos remar todos en la misma dirección concienciando a las centrales de franquicia de la necesidad de hacer planes de negocio coherentes y mejorar los procesos, con el fin de que no se produzcan conductas deshonestas con los emprendedores.

Para ello, a la hora de franquiciar un negocio, hay que tener en cuenta aspectos tan importantes como partir siempre de un modelo probado durante el tiempo suficiente con resultados satisfactorios, ya que esta es una condición indispensable sin la que no es posible llevar adelante un proyecto de este tipo.

Es preciso que el diseño de la franquicia constituya una garantía de permanencia en el mercado, estableciendo todas las condiciones necesarias para que esa continuidad sea un hecho. Y tras determinar cómo será, es decir, después de trazar la estructura del edificio, será imprescindible definir la base documental que toda empresa que opera en franquicia debe tener y que, básicamente, va a estar constituida por el contrato entre franquiciador y franquiciado, y por los manuales operativos del sistema.

Un aspecto fundamental es que la búsqueda y selección de candidatos, esto es, el proceso de expansión de franquicias, se lleve a cabo con criterios exigentes, tanto en lo relativo a los futuros asociados como con respecto a la ubicación del establecimiento en ciernes.

Y, a partir de ahí, quedan particularidades que son las que otorgan a la franquicia su especial idiosincrasia y que pasan por la transmisión de una formación inicial exhaustiva para que el franquiciado asimile el saber hacer del franquiciador de forma correcta e íntegra, tanto a nivel teórico como, fundamentalmente, práctico. El franquiciador deberá, asimismo, ayudar a su franquiciado en el momento de la apertura y llevar a cabo, además, un apoyo y control posterior permanente para garantizar que logrará la gestión más eficiente de su negocio, en su propio beneficio e, indirectamente, en pro de la marca a la que representa.

Para finalizar, dos aspectos clave, sin los cuales la franquicia perdería parte de su sentido: por un lado, que el franquiciado se vea favorecido del hecho de pertenecer y operar dentro de una red, beneficiándose de las economías de escala que esta genere; y, por otro, que el franquiciador realice las inversiones necesarias para la actualización y mejora permanente del concepto, adaptándolo a los cambios de la demanda.

Es tiempo de inspiración, pero también de concienciación y buenas prácticas. De nada nos sirve disponer de un buen sistema si luego se utiliza de forma torticera, buscando únicamente el propio beneficio, sin tener en cuenta los intereses de la sociedad que franquiciador y franquiciado conforman.

La franquicia en el IV Edición Salón Miempresa
La solidez de un sistema con más de 70 años
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