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Franquicias sociales

Santiago Barbadillo, Director General de Barbadillo Asociados.

Las franquicias sociales se presentan como iniciativas que pretenden solucionar una doble problemática: por un lado, combatir deficiencias sociales, ayudando a movilizar recursos hacia el bien público y contribuyendo al cambio social y, por otra parte, combatir el problema del desempleo.

No cabe duda, que la actual coyuntura económica está afectando en mayor medida a la integración laboral de los sectores de población menos favorecidos. En este sentido, las entidades y asociaciones comprometidas con la Responsabilidad Social Empresarial plantean soluciones a esta situación. Y es que, si es posible clonar peluquerías, restaurantes o talleres de coches y llevarlos más allá de nuestras fronteras, no existe ninguna razón que impida llevar a cabo el mismo objetivo a través de desarrollos que combinen el natural objetivo de rentabilidad propio de cualquier
proyecto empresarial, con la consecución de fines sociales.

Históricamente, Brasil fue el primer país en darse cuenta de esta realidad, convirtiéndose en la cuna de este concepto en los años noventa al agrupar, a través de la generación de franquicias, negocios de venta ambulante, cerrajeros o de venta puerta a puerta de electrodomésticos. Posteriormente, esta práctica se extendió a Méjico donde se introdujo en sectores como guarderías para niños de padres de escasos recursos, escuelas de informática para prisiones o colectivos de artesanos y expertos en manualidades.

Aquí en España, este concepto aún poco desarrollado, ha tenido varios intentos de implantarse a través, por ejemplo, de entidades capaces de organizar programas de microcréditos grupales, unas herramientas que han demostrado ser muy útiles para la integración socioeconómica de inmigrantes y personas desfavorecidas y con escasos recursos en general. Actualmente, existen iniciativas como asociaciones de serenos que, en la zona norte de nuestro país, han rescatado esta antigua figura, añadiéndole nuevas funciones y mayores pretensiones; iniciativas, en la mayoría de los casos, apoyadas por entidades de carácter público y que nacen con un objetivo social y con el fin último de crear puestos de trabajo entre los colectivos más necesitados.

Con miras también al autoempleo, están apareciendo otras empresas pertenecientes a sectores tan dispares como el comercio justo, pequeños negocios gestionados por discapacitados o las limpiezas ecológicas, que como cualquier otra franquicia, contando con el respaldo de una central compuesta por un equipo multidisciplinar y la transmisión del saber hacer del negocio a través de un proceso de formación inicial y un seguimiento permanente, apoyan a sus asociados en su día a día, teniendo como objetivo tanto un fin comercial como social.

Estamos empezando a andar este camino que nos conducirá a una sociedad más justa, y aunque queda mucho por hacer, al menos la sensibilización social y corporativa por estos temas ya ha comenzado.

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