Santiago Barbadillo, Director General de Barbadillo y Asociados, hace un recorrido por la situación actual de la franquicia y por los aspectos que están influyendo en este estado.
Acabamos de conocer los resultados de un reciente estudio en el que, por vez primera, no se pone el foco en las cifras habitualmente manejadas, como es el número total de cadenas de franquicia o de unidades franquiciadas, o en los resultados de facturación del sistema en su conjunto y número de puestos de trabajo que crea este método de comercio asociado. El estudio, sin dejar de lado esta información, pasa a centrarse en el clima de opinión existente entre los principales responsables de las marcas franquiciadoras de nuestro país.
La conclusión más destacada que se deriva de dicho análisis es que la crisis ha puesto de manifiesto y revelado que la franquicia es una fórmula sólida, y así lo ven y confirman las redes. Si bien en tiempos de bonanza crece por encima de las tasas registradas por el comercio minorista en general, es en condiciones tan adversas como las actuales cuando resulta más propicia si cabe, ya que se muestra capaz de seguir obteniendo desarrollos altamente satisfactorios; y no solo en lo que a volumen de negocio se refiere, sino también en lo tocante a otros índices menos estudiados hasta ahora como son estructuras empresariales, desembolsos en I+D+i o expansión en los mercados exteriores, así como en previsiones de inversión en todos ellos.
A este respecto destacan, por ejemplo, resultados como que el 44% de las franquicias que operan en nuestro país prevé cerrar 2012 con ascensos en sus facturaciones, y un 91% de ellas abrirá nuevas unidades de su marca en los próximos seis meses. Por otra parte, el 52% de las centrales continuará invirtiendo en I+D y un 39% contratará nuevo personal. En esta misma línea, un dato muy significativo, que denota que la franquicia es un ámbito que se está manteniendo relativamente estable pese a la coyuntura económica, es que solo el 27% de las centrales admite haber aplazado su decisión de aportar recursos a I+D o a incrementar plantillas, y está haciendo frente a la expansión con la estructura actual.
Y es que, aunque la franquicia también se está viendo afectada por el momento económico, con una ralentización en su crecimiento natural, la crisis está aportando al sistema una depuración que podría considerarse necesaria, a través de la desaparición de cadenas que operaban al margen o de forma paralela a las directrices marcadas por el sector y, en ocasiones incluso, de forma poco profesional o ética. Todo ello se traduce en un resultado positivo, con empresas más eficientes, mejor gestionadas y cuyos procesos de selección y adjudicación de licencias son, si cabe, más minuciosos.
En definitiva, la franquicia cuenta con herramientas y valores añadidos suficientes para salir reforzada de este periodo, aportando riqueza al país y consolidándose como una continua impulsora del espíritu emprendedor y, por consiguiente, de la creación de empresas.