Jaime Muñoz (Sevilla, 1970) es economista y se define a sí mismo como «hombre de empresa, dinámico y emprendedor». Experto en finanzas y con amplia experiencia en el sector público y privado, ha sido empresario publicitario, mayorista y detail, aunque reconoce que el trabajo que le reporta mayor satisfacción es el de consultor de emprendedores en la puesta en marcha, seguimiento y consolidación de sus ideas de negocio en cualquier sector. Por este motivo ha creado Emptrainer, su marca personal y su proyecto de empresa, ya que explica su propuesta de valor mediante sus tres E favoritas: Entrenar para Emprender con Exito.
Emprender es riesgo: PUNTO. Si tu idea de negocio no tiene riesgo, entonces no estás emprendiendo. Ya desde sus orígenes la palabra emprendedor, estrechamente ligada a la palabra gala «entrepreneur», se usaba para designar al individuo que tiene que asumir un riesgo con la esperanza de una recompensa futura, es decir, estamos ante un «tomador de riesgos» que «tiene voluntad o capacidad de enfrentar la incertidumbre».
Por tanto, el riesgo es consustancial a emprender. Pero, cuidado, el emprendedor no es, o no debería ser, un loco. Como emprendedor estás obligado a conocer y medir los peligros que afrontarás con tu proyecto de negocio y actuar en consecuencia. Toma siempre riesgos calculados, no seas un imprudente.
¿A qué riesgos específicos nos enfrentamos a la hora de emprender un negocio? A muchííííííísimos. Y esto es así porque en el mismo instante que planteamos convertir una idea de negocio en una actividad empresarial nos situamos en un entorno incierto por las múltiples y variadas fuerzas externas que actúan sobre ella.
Estas fuerzas y sus variables se refieren al SECTOR (proveedores, intermediarios, competidores, etc.); MERCADO (clientes (infraestructuras, normativa, mercado de capital, etc.) y TENDENCIAS (tecnológicas, socio-económicas, etc). Un conocimiento profundo de dichas variables te ayudarán a evaluar con mayor precisión los riesgos que asumes y, lo que es más importante, a minimizarlos. Digo te ayudará, y digo bien, porque ese saber no es garantía de éxito: ¡ni mucho menos!
Todo ese conocimiento se volcará en el Business Plan, el libro génesis de tu negocio, que plasma en unos pocos folios, lo qué vendes, a quién se lo vendes, tu ventaja competitiva y tus previsiones económicas. Ese plan de negocios no es papel mojado, pero casi, porque la mayoría de las veces se genera desde la perspectiva de la la oferta y, te guste o no, la realidad de un negocio siempre viene determinada por el lado de la demanda.
Te conozco y sé que llegados a este punto, estarás pensando: «¡vale, dime algo que no sepa!». Pues bien, al final el fracaso, en su sentido amplio, es el mayor riesgo que vas a afrontar. Toma nota porque te voy a detallar los seis errores que debes evitar a toda costa para no condenar al fiasco, más pronto que tarde, tu aventura empresarial:
-No escuchar al mercado. El problema viene cuando estamos dando al cliente algo que no quiere, que no necesita o simplemente que no desea. ¿Qué pasa cuando le dás a tu hijo de dos años un juguete que no quiere? Exacto!. Lo tira contra el suelo, y no insistas porque que te lo tirará a la cara. ¿Por qué? Porque te guste o no, él y no tú, decide cuáles son sus necesidades y qué producto las cubre. Nunca olvides que la demanda… manda!
-Sobrestimar ingresos y/o infravalorar costes. Una cosa es entusiasmarte con la idea y otra pecar de ingenuo. Te aconsejo la máxima prudencia en tu estimación de ingresos y estructura de gastos, a lo largo de toda la vida de tu negocio.
-La financiación inicial es suficiente: ¡nunca! Todo proceso de emprendimiento implica una necesidad permanente de financiación. En cada fase, en la ejecución de un proyecto empresarial, hay diferentes necesidades financieras.
-Los socios. Incorpora socios sólo si es absolutamente necesario: iguales en actitudes y complementarios en aptitudes.
Claridad y legalidad al comienzo como antídoto ante conflictos posteriores (pactar como enemigos siendo amigos).
-No tener un plan B. Tomáte tu tiempo para diseñar un plan alternativo para cada situación posible.
-No ser un verdadero Emprendedor. Actitud proactiva, entusiasmo, compromiso y dedicación son ingredientes irrenunciables: si actúas así, te aseguro que el fracaso será la última de tus preocupaciones.