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A pesar de todo

Santiago Barbadillo, Director General de Barbadillo Asociados.

Confirmados los resultados electorales y con Gobierno recién estrenado, lo que toca ahora es trabajar para sacar adelante un país donde términos como déficit, zona de riesgo, deuda pública, paro, desahucios o recortes son demasiado habituales en el devenir diario.

Como venimos oyendo desde hace meses, el reto del nuevo Gabinete para tranquilizar a “los mercados” y sacar a España de la zona de peligro, en lo que a cifras macroeconómicas se refiere, es complicado y va a exigir un esfuerzo colectivo y sacrificios. Por otro lado, el presidente electo anuncia medidas que refuercen el papel de los emprendedores como motor de empleo y riqueza, haciéndolos en gran medida los protagonistas de la salida de la crisis.

Algunas de las medidas concretas que se han escuchado pasan por aprobar un apoyo fiscal, por importe de 3.000 euros, por la contratación del primer trabajador que no tenga la condición de socio de una empresa de nueva creación; incentivar, de manera efectiva y realista, las formas más innovadoras de financiación a los emprendedores, especialmente los business angels; cambiar el régimen de pago del IVA para que los autónomos y las pymes no paguen el IVA por las facturas hasta que no las hayan cobrado, o cambiar la normativa y procedimientos con el objetivo de poder crear una sociedad en 24 horas, entre otros puntos clave de su programa.

Los empresarios están para crear riqueza e incrementar el peso específico de un país. En línea con este pensamiento, el Ejecutivo deberá poner el acento en todas las políticas que favorezcan la emprendeduría, pero también al empresario ya constituido, flexibilizando y facilitando, como ya ha anunciado, las relaciones entre las compañías y los trabajadores, y haciendo que los convenios entre ambos formen parte del panorama laboral general. En este sentido parece comprensible que un contrato fijo es preferible a un contrato temporal, pero, ante el paro creciente, aquel es mejor que nada. Y es que la coyuntura que estamos atravesando en estos momentos, con una tasa de desempleo que roza el 21% y el doble o más entre los jóvenes, hace necesario tomar medidas que, aunque impopulares a corto plazo, sean el motor de la mejora y la vuelta a la senda del progreso.

El otro ámbito clave de actuación parece que deberá ser el sistema financiero, que, como consecuencia de mantener aún en sus activos un grandísimo volumen de inmuebles sobrevalorados, adolece de capacidad para facilitar nuevos créditos, ahogando buena parte de las iniciativas empresariales que necesitan de apalancamiento para arrancar o prosperar.

En definitiva, difícil panorama económico general y coyuntura complicada también para la franquicia, que es parte de ese tejido empresarial en sus peores horas en muchos años. A pesar de ello, el sistema muestra cada día su fortaleza, se reinventa, resurge e innova con nuevos proyectos más asequibles, permitiendo a miles de emprendedores en nuestro país vivir del autoempleo. Momentos difíciles, sí, pero momentos también para la esperanza que siempre trae un nuevo Gobierno, y la pujanza de una fórmula de colaboración que se crece con las dificultades.

Podríamos gritar aquello de ¡viva la franquicia!, y el ¡viva! por respuesta no sería más que la constatación de una realidad inmutable y cabezona: la franquicia vive… y se supera a sí misma en las dificultades.

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